Orejón había sido durante mucho tiempo el mejor amigo de Kiko, hasta que Kiko pensó que era demasiado mayor para ser amigo de un conejito de peluche. Ahora el niño prefería a otro amigo llamado Ordenador y ya nunca jugaba con Orejón ni dormía con él para espantar sus pesadillas, que lo veía todo desde lejos, en lo alto de una estantería.
El pequeño conejo de peluche deseaba con todas sus fuerzas poder hablar con Kiko para que supiera cómo se sentía y, de pronto, apareció el Mago de los Sueños y cumplió su deseo, aunque sólo hasta que llegara el amanecer. Orejón habló con su querido amigo y el niño comprendió que Ordenador jamás podría escucharle y abrazarle como podía hacer el conejito, así que al día siguiente, aunque Orejón ya no podía hablar, al volver del colegio, Kiko comenzó a contarle sus cosas y volvieron a ser buenos amigos.
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